La edad en que los niños deben realizar su primera visita al dentista es todavía un debate. La recomendación más tradicional expone que los niños no deben acudir al dentista hasta tener completa su dentadura de leche, compuesta por 20 piezas, algo que se suele dar alrededor de los tres años de edad. Sin embargo, la Asociación Española de Pediatría recalca que para tener unos dientes sanos es importante mantener una dieta adecuada en la que las chucherías no estén presentes y conocer y mantener unos buenos hábitos de higiene, adaptados a la edad y características de cada miembro de la familia.
Es por eso que como parte de una buena educación bucodental la recomendación, según la Asociación Española de Odontopediatría, con respecto a cuándo debe realizarse esa primera visita sea antes del primer cumpleaños, y si no es posible, dentro de su primer año, con el fin de establecer medidas preventivas. Tras esa revisión, y si no nos indican nada por algún tipo de anomalía o enfermedad, la siguiente revisión se realizará en un año.
La primera visita
En esta primera visita de lo que se trata, según nos explican desde Clinicadentallachicuela, es que el niño se familiarice con el profesional que va a seguir la evolución de su desarrollo bucal, así como con el espacio. El dentista le realizará una revisión de los dientes y las encías, podrá comprobar si existen las llamadas caries del biberón y evaluará, dentro de lo posible, los posibles problemas como mordida cruzada, abierta o alteraciones de crecimiento y, seguramente, iniciará un historial sobre los antecedentes médicos y dentales del niño.
Recabar la información de los hábitos alimenticios y enseñar rituales de higiene serán dos de los objetivos principales. En cuanto a los hábitos dietéticos, el dentista informará sobre todo lo relativo al consumo de azúcares, cómo proceder, cómo proceder con el biberón y cuándo empezar a retirar el chupete para evitar deformaciones de los dientes. Los hábitos de los padres influirán determinantemente en la salud de sus hijos, ya que está comprobado que una mala salud de los padres repercute en la salud bucodental de sus pequeños. Esta comprobado que en el 60% de los casos se pueden trasmitir bacterias con gestos tan comunes como comprobar la temperatura de la comida chupando la cuchara del bebé o niño.
También nos enseñarán cómo realizar la limpieza de la boca adecuadamente. Se recomienda que antes incluso de la aparición del primer diente se masajee las encías con una gasa humedecida en agua, más que por limpieza, que también, por ir acostumbrando a los pequeños a estos rituales. Cuando salgan los primeros dientes, generalmente a los seis meses, coincidiendo con la introducción de la alimentación complementaria, hay que limpiarlos con cepillos pediátricos y pasta de dientes con una concentración de 1.000 partes por millón (ppm) de flúor, lo que se considera pasta de adultos, variando la cantidad. Con esta edad será más que suficiente una raspadita del cepillo a la boca de la pasta de dientes, aumentando progresivamente a la cantidad equivalente a un grano de arroz, hasta la edad de tres años. Entre los tres y los seis años de edad se recomienda aumentar la cantidad hasta llegar al tamaño de un guisante. A partir de los seis años la concentración de flúor adecuada será de 1450ppm. El cepillado se debe realizar al menos dos veces al día, especialmente por la noche.
No es recomendable esperar a que la primera visita se deba a alguna dolencia, es más fácil que nuestro hijo desarrolle miedo al dentista, al asociarlo al dolor y a una mala experiencia. En cambio, si existe ya una relación previa positiva será más fácil que estos problemas no existan y que, en caso de que ocurra, el niño pueda vivirlo sin tanta angustia.
El papel de los padres
Cuidar de la salud de nuestros pequeños es una de las tantas responsabilidades que tenemos como padres. Llevarlos a sus revisiones salud con los diferentes profesionales para prevenir y tratar posibles enfermedades o complicaciones es algo que debemos hacer sin falta.
Está demostrado que el aprendizaje de buenos hábitos desde edades tempranas facilita la consolidación de éstos en edades adultas, y la visita al odontopediatra debe ser uno de ellos. Se recomienda acudir a ellos porque son los profesionales que están capacitados para atender niños desde bebés, además de que suelen tener espacios mejor preparados para recibir y acoger a sus pequeños pacientes.
Los padres podemos ayudar hablándoles de la importancia de cuidar los dientes, explicándoselo con calma y palabras adecuadas a su edad. Los niños son más inteligentes de lo que pensamos y son capaces de ir asimilando conceptos si nos tomamos el tiempo suficiente.
Además, podemos hablarles del dentista, decirle su nombre, cómo será el espacio que vamos a visitar…Anticipándonos a los que va a pasar les ayudamos a que se familiaricen con la experiencia y que no sea completamente nueva el día de la cita. Nunca es buen momento para que nos oigan contando nuestras malas experiencias, ya que lo que queremos es que visitar al dentista sea algo positivo. Sin embargo, debemos evitar caer en el “no te hará nada” o “no te dolerá”. Es importante evitar crear falsas expectativas que hagan que el niño sienta que le hemos mentido, para no menoscabar su confianza en nosotros. Por supuesto, no es una opción amenazarles con llevarlos al dentista cuando hagan algo mal o quieran comer muchas chuches.
Es importante que los padres también mantengamos la calma. Los niños son muy perceptivos y son capaces de darse cuenta de cuando algo nos preocupa o nos agobia. Enfocarnos en resaltar las cosas positivas de la visita y solucionarle las dudas que puedan surgir a posteriori, será una forma de crear una relación saludable con su dentista.
Y, sobre todo, que sepan que pueden contar con nosotros. Cuando llegue el momento de la primera visita, y si es posible en todas, es importante que sepan que no vamos a dejarlos solos. Acompañarles y darles seguridad en un momento que puede causar miedo, con personas que no son de nuestro entorno cercano, mejorará, sin duda, su experiencia.