Una madre y un padre tienen inmensas posibilidades de emocionarse con sus hijos. Seguramente, al escuchar esto, muchas y muchos os estaréis acordando del momento en el que tuvisteis a vuestro primer hijo o hija. Sin duda, se trata de uno de los instantes más felices y más emotivos de vuestra vida. Pero no el único. Seguro que esas criaturitas que un día engendrasteis os han hecho llorar más de una vez de alegría. A todos y todas nos ocurre.
Uno de los momentos en los que sin duda un padre o una madre suele emocionarse con su prole es el teatro de final de curso. Hace apenas un mes y pocos días, a finales de junio, tocaba despedir el curso. Son cada vez más los colegios en los que es habitual despedir el año académico con una representación teatral y son esos los momentos en los que a los padres y madres más se nos suele caer la baba… y alguna lagrimita.
Maneras de verlo hay muchas. Por ejemplo, Cecilia Jan publicó un artículo en el diario El País en el que consideraba a los festivales de fin de curso una relación de amor-odio, haciendo referencia a que a ella misma se le cae la baba en el momento de presenciar funciones de este estilo pero que el hecho de presenciar una maratón de las mismas no es sino un tostón. Como decimos, es una manera de verlo. Pero no es ni mucho menos la única.
Para los niños, este tipo de eventos suponen algo especial. Y no solo porque implican hacer algo diferente a lo que ellos están acostumbrados, sino porque les dan la oportunidad de desarrollar habilidades que muchos no saben que tienen o porque, gracias a ellos, pueden adquirir la capacidad de tener un reto y obligarse a superarlo. Sea como sea, lo cierto es que una representación de final de curso es, para ellos, el mejor colofón para su temporada académica.
Un teatro o representación de final de curso gana más cuando los niños han de ir disfrazados. La Casa de los Disfraces, una entidad que está compuesta por varios de los mejores conocedores del sector, conoce al dedillo este tipo de eventos y destaca que, desde el punto de vista de los más pequeños, ganan mucho más cuando hay que ir disfrazados. La diversión que un simple disfraz le otorga a un evento es algo que les hace felices y que hace que su curso termine con fuegos de artificio.
La mejor manera de crear vínculos entre los compañeros
Gracias a los teatros de fin de curso, los integrantes de una misma clase pasan de ser compañeros a ser amigos. Es en este tipo de eventos donde van surgiendo las amistades y se van estrechando los lazos. Los padres lo sabemos y por eso somos cada vez más los que defendemos que se realicen este tipo de actividades ya no sólo antes de que acabe el curso, sino con algo más de asiduidad. De este modo los niños aprenden a colaborar, toman responsabilidades y, en definitiva, ensayan un poco lo que va a ser su vida de cara a los años siguientes.
Un teatro sirve para que, además, el niño aprenda valores de todo tipo. Valores como el compañerismo o como la solidaridad. Además, es un medio perfecto de fomentar el aprendizaje. Un blog llamado El Cole de Carmen, especializado en todo lo que tiene que ver con los más pequeños y su paso por la escuela, realizó una clasificación de obras de teatro que vienen bien para educar a los niños y niñas. Títulos como “Juntos hacemos la paz”, “El palacio de Salam” o “Si quieres ser curado, ven documentado” son la mejor vitamina para impulsar la curiosidad de los más pequeños.
En una sociedad que ha priorizado en los últimos años la enseñanza de los jóvenes a través de la red, también es muy útil acudir a los elementos más tradicionales para inculcar valores y, en definitiva, mostrarles que la vida también se vive más allá de la pantalla de un ordenador, una tablet o un móvil. El roce y el contacto con la gente hace mucho y de ello somos las propias personas las que salimos beneficiadas y nunca perjudicadas.