El aseo del bebé

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Asear al recién nacido debe ser una tarea delicada y sobre todo, hay que hacerlo ofreciendo al bebé todo el cariño y toda la ternura. Veamos a continuación unas instrucciones de manos de profesionales a fin de hacerlo con sumo cuidado y correctamente.

Cuando el bebé es recién nacido, no introduciremos al bebé en agua, en su lugar, utilizaremos una esponja empapada en agua templada y limpiaremos el cuerpo íntegro de este, evitando la zona del cordón umbilical.

Así, limpiaremos su culito con toallitas húmedas y mejor si son ecológicas, y siempre, específicas para el cuidado e higiene del bebé.

Recuerda que has de limpiar bien cada parte de su cuerpo y sobre todo la zona de los genitales. Esta última requiere un cuidado especial. Para ello limpiaremos todos los pliegues con sumo cuidado.

Si es un niño, no olvides retirar el prepucio hacia atrás y extremando la delicadeza, a fin de que no se acumule suciedad en la zona y evitar futuras complicaciones.

En el caso de las niñas debes limpiar siempre de adelante hacia atrás y así no llevar la porquería alojada en su culito hacia la zona bulbar. A continuación limpiaremos los labios, las nalgas y el año.

Cuando seques a tu peque no olvides que has de hacerlo despacio, sin frotar y suavemente, para no hacerle daño y no escamar todavía más su delicada y fina piel.

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Y ahora el resto de su cuerpecito

Hablando estrictamente de limpieza, un bebé de pocos meses necesitaría un baño una o dos veces a la semana, ya que los bebés no se ensucian mucho hasta que no empiezan a gatear (sí debes lavarle frecuentemente las manos y cara, los pliegues de la piel y limpiarle cuidadosamente el área genital siempre que le cambies el pañal).

Sin embargo, en muchos de nuestros países es práctica común bañar a un bebé de pocas semanas a diario y muchos padres usan el baño diario como parte de su rutina nocturna porque tranquiliza a sus bebés. No hay inconveniente con un baño diario, si esto es lo que prefieres, siempre que uses un jabón especial para bebés que no le irrite la piel. También lo puedes bañar solamente con agua.

Es mejor no sumergir al bebé por completo en una bañera hasta que se le caiga el cordón umbilical. Durante esos primeros días, puedes limpiarle todo el cuerpo con una esponja húmeda.

En lugar de usar la bañera para adultos, lo cual exige que te arrodilles y te inclines en una posición muy poco cómoda, además de proporcionarte menos control sobre el bebé, lo mejor mientras el bebé es aún muy chiquito es usar la pila de la cocina o una bañerita para bebés que puedes poner sobre una superficie elevada y resistente, como el mostrador de la cocina o una mesa fuerte.

La delicada cabecita del bebé ha de lavarse cuidadosamente aunque el lavado del cabello no exige demasiada atención, eso sí, deberás usar siempre jabones especiales y una esponja natural. También deberás cepillarlo a diario con un cepillo específico con cerdas delicadas y suaves.

Lavaremos sus ojos con agua templada y previamente hervida para eliminar gérmenes y bacterias o un suero fisiológico, ya que el agua directa del grifo reseca extremadamente su piel.

Para la higiene de las orejitas usaremos bastoncillos, y lo pasaremos tanto por la parte interna como por la parte externa de las mismas, sin introducirlo en el interior del oido y con exceso de mimo.

Para el aseo de la nariz se recomienda el uso de salino o agua de mar. Así acostaremos a nuestro bebé boca arriba y con la cabeza de lado y aplicaremos hacia la parte superior de cada una de las fosas nasales.

Después de cada toma, limpiaremos los labios del bebé, y a partir del primer año, recuerda llevarlo al dentista y hacerle su primera revisión. Evitará muchos problemas buco-dentales en el futuro

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