Uno de cada cinco jóvenes reúne los requisitos para padecer un trastorno psiquiátrico. Eso dice el doctor Rodríguez Hernández, psiquiatra infantil del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, de Tenerife. La adolescencia es la etapa de transición entre la infancia y la edad adulta, un periodo complicado que a menudo es más complejo de lo que nos imaginamos.
En un artículo publicado en la revista Pediatría Integral, editado por la Asociación Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria, se señala que la aparición de trastornos psiquiátricos en la adolescencia es una causa frecuente de consulta ambulatoria.
Algunos estudios de psiquiatría reconocen la importancia de detectar los problemas mentales en la adolescencia y de fijar un tratamiento precoz. Muchas enfermedades psiquiátricas irrumpen en esta etapa de la vida. Saber detectarlas con antelación mejora el pronóstico y reduce la comorbilidad, posibilidad de sufrir varias complicaciones en un mismo individuo.
Cuando los padres escuchamos atención psiquiátrica, enseguida huimos del término. Lo asociamos con un loco. No podemos admitir que nuestro hijo esté en esa situación. Una combinación de problemas de comportamiento, de relación con la familia, los amigos u otras personas, baja autoestima y reducción del rendimiento académico pueden tener su base en problemas de salud. Llevar a nuestro hijo al psiquiatra supone prestarle la atención médica que necesita, y en cualquier caso, salir de dudas.
Señales de aviso.
La vida del adolescente es cambiante. Sufre cambios hormonales, su cuerpo se transforma, comienza a asumir determinadas responsabilidades, cambia su sistema de relaciones afectivas y sociales. Dejan de ser niños protegidos por los padres y se enfrentan al mundo de los adultos, buscando como encajar en él.
Existen ciertos cambios radicales en su comportamiento a los que es necesario prestar atención y que nos alertan de posibles problemas mentales:
- Disminución inesperada del rendimiento académico. Si nuestra hija o hijo ha tenido siempre un buen rendimiento escolar y de repente pierde todo interés por los estudios, sin causa aparente. Es decir, que no es porque le ha dado por estar todo el día en la calle con los amigos o está enganchado al móvil. Puede ser el primer indicador de un posible caso de depresión.
- Amenaza o tentativa de suicidio. Cuando se produce no se debe ignorar. Debemos llevar al adolescente a la consulta del médico para investigar sus causas. Es un error pensar que es una forma de llamar la atención o una especie de chantaje. El suicidio es la principal causa de muerte entre adolescentes.
- Consumo desproporcionado de cannabis. Se ha comprobado que en edades tempranas, cuando el cuerpo no está del todo formado, un consumo abusivo de marihuana puede dar lugar a la irrupción de brotes psicóticos. En el caso de drogas de diseño, como la MDMA o las metanfetaminas, los efectos pueden llegar a ser más perjudiciales.
- La disforia. Un estado de ánimo con tendencia a la tristeza. Es un indicador de una sintomatología depresiva no clínica.
- Síntomas psicosomáticos. La aparición de problemas físicos como las taquicardias o la sensación de ahogo, así como trastornos del sueño como el insomnio o la frecuencia de pesadillas pueden alertarnos de un posible caso de ansiedad.
La ansiedad en la adolescencia.
La adolescencia es una etapa complicada por muchos motivos, pero no nos confundamos, como dicen en la revista Psicología y Mente no hay nada patológico en ella. Todos hemos pasado por esa edad y podemos recordar lo que pensábamos, sentíamos y cómo vivíamos. No es frecuente que suframos fuertes altibajos emocionales, ni continuas crisis de identidad.
De los trastornos psiquiátricos que se pueden dar en esta edad, la ansiedad es uno de los más recurrentes. Estos son algunos factores que influyen en su aparición:
- La aceptación de los demás. El adolescente, por ley de vida, deja de contar con la protección y supervisión de los padres. Ahora es él quien establece por sí mismo las relaciones sociales. La obsesión por sentirse aceptado en un grupo y convertirlo en su espacio natural, como antes lo era la familia, puede ocasionar episodios de angustia, sobre todo si se siente rechazado o traicionado.
- En ocasiones el adolescente experimenta un rechazo a su propio cuerpo o imagen. No se corresponde con aquello que le gustaría ser. En ocasiones esta repulsa esconde problemas mayores. La adolescencia es la edad en la que aparecen desórdenes alimenticios como la anorexia y la bulimia.
- Problemas para organizarse. En la juventud es frecuente la impulsividad y la impaciencia. Queremos que las cosas se consigan ya. Sin tener en cuenta el tiempo y el trabajo que requieren.
- Gestión emocional. Tal vez por inexperiencia, cualquier traspié sentimental, encontronazo con los amigos o en el instituto se trata con un nivel de antagonismo que no se corresponde con la realidad. En ocasiones, el joven gestiona como una traición o una ofensa, algo que se puede resolver con un simple diálogo.
- Dependencia de las nuevas tecnologías. En los últimos años, ha aparecido un síndrome que se llama FOMO (Fear Of Missing Out). Hace referencia a la ansiedad que sufren algunos jóvenes cuando de repente su móvil se queda sin batería o se les va el wifi. Su base está en que piensan que deben estar conectados en todo momento por internet para relacionarse con los demás.
Como en caso de los adultos, si la ansiedad persiste en el tiempo, es recomendable buscar ayuda profesional para superarla. De todos modos, trabajar la autoestima, utilizar técnicas de relajación y de control de la ira, y dar espacio para que desarrollen sus aficiones y hobbies son mediadas que ayudan a minimizarla.
La depresión.
La sintomatología de un cuadro depresivo en la adolescencia es muy variada. Depende de varios factores como la madurez emocional del enfermo, su capacidad intelectual, su habilidad para verbalizar los sentimientos, etc. De todos modos, los síntomas más frecuentes son:
- Tristeza prolongada. Durante la mayor parte del día, varios días por semana.
- Visión negativa de la vida.
- Baja autoestima.
- Sensación de impotencia.
- Falta de concentración.
- Imposibilidad de tomar decisiones.
- Irritabilidad.
- Pérdida del apetito.
- Trastornos del sueño.
Su aparición puede deberse a múltiples causas. Desde una respuesta tardía a un acontecimiento traumático, la pérdida de un ser querido; una situación sobrevenida que no sabe gestionar, como puede ser un embarazo; o por la sensación de falta de apoyo en la casa o en el colegio, que ha hecho que vaya mermando paulatinamente su amor propio.
La depresión cuando aparece hay que tratarla como se corresponde. Como una enfermedad mental y no como un estado de ánimo o una actitud ante la vida. Si la depresión no se aborda, tiende a volverse profunda y crónica.
En ocasiones la depresión desencadena en tentativas de suicidio. No todos los suicidios de adolescentes están motivados por depresión. La impulsividad propia de la edad juega un papel importante.
Tratamiento.
Existen otros problemas mentales que aparecen durante la adolescencia, como puede ser el estrés postraumático, el trastorno obsesivo-compulsivo o la aparición de casos de esquizofrenia. En el caso del TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) durante estos años se puede manifestar en episodios de violencia incontrolada.
Ante cualquier tipo de problema, el doctor Jose Antonio Hernández, que trabajó durante 30 años en el área de psiquiatría del Hospital de Alicante, recomienda abordarlo de manera integral. Es necesario valorar los aspectos biológicos, psicológicos y ambientales del adolescente, evitando caer en enfoques parciales.
La clave de cualquier tratamiento es la individualización. Huir de fórmulas generales y partir de un análisis concreto del caso, lo que llevará a proponer el tratamiento más adecuado. En ocasiones puede ser una terapia, un tratamiento farmacológico o una mezcla de ambas.
El tratamiento debe ir dirigido al “núcleo” del trastorno; es decir, la contradicción principal que ha llevado al joven a la situación en la que se encuentra. De esta forma se consigue un alivio más rápido y permite a los profesionales centrarse en que el paciente asuma su situación, dotándole de herramientas para que la pueda gestionar.
Abordar los problemas mentales en los adolescentes es un trabajo multidisciplinar. En el tratamiento interviene un equipo de médicos, psicólogos, terapeutas, etc. Dirigidos por un psiquiatra, que es quien efectúa el reconocimiento, emite el diagnóstico y supervisa todo el proceso.
En una primera visita, es importante que el psiquiatra se pueda entrevistar a solas con el joven. La presencia de sus padres o de un adulto es un escoyo que impide que el adolescente pueda hablar con libertad de según qué cosas que pertenecen a su esfera privada. Propiciar un ambiente en la consulta en la que el adolescente se sienta escuchado y valorado como persona, crea las bases para poder entrar más en profundidad en su problema.
Los padres deben partir de que la situación de su hijo no es irreversible. Aunque esté pasando por un mal momento, si sigue un tratamiento podrá llevar una vida normal. Ponerse en manos de un buen profesional es el primer paso para resolver los problemas psiquiátricos del adolescente.