Llega el verano y todos queremos hacer algo especial para celebrar nuestras vacaciones, el problema es que a veces, sobre todo cuando somos padres primerizos, nos da la sensación de que no podemos hacer nada con niños pequeños o bebés de por medio aunque, la realidad, es que no todo es tan complicado como puede parecer a priori. Y para demostrároslo, os voy a contar mi primer viaje con mi hija pequeña que, por aquel entonces, tenía menos de un año.
Para empezar lo que debemos hacer es tener en cuenta que hay viajes que nos resultarán más cómodos que otros. En mi opinión, con niños y bebés mayores de tres meses, se puede viajar a casi cualquier parte del mundo, en avión, en tren, en coche, como quieras. No obstante, hay viajes que son más cómodos que otros y si eres primeriza, eso hay que tenerlo en cuenta.
Personalmente, cuando tenemos niños tan pequeños, prefiero alquilar un apartamento o una casa rural a alojarme en un hotel por varios motivos. El principal es, por supuesto, tener a nuestra disposición una cocina totalmente equipada para preparar biberones, papillas o lo que haga falta. Si nos alojamos en un hotel y nuestros hijos son muy pequeños, o le damos el pecho o tendremos que recurrir a preparar biberones allá donde nos pille y a los potitos de bote, cosa que a mí no me gusta.
Pero hay muchos más beneficios de alojarse en este tipo de espacios, como saber que si el pequeño se pone a llorar en mitad de la noche no molestará a otros huéspedes del hotel o como tener la libertad de moverte por las habitaciones, y por la terraza si es verano.
Por eso, en mi caso, elegimos La Casa de la Abuela Clotilde en Hornos de Segura, una localidad de Jaén, en el Parque Natural de la Sierra de Cazorla. Y vosotros pensaréis ¿Y qué vas a hacer con una niña de unos 9 meses en plena sierra? Pues hicimos de todo.
El canguro es tu mejor aliado
Sí, los bebés pesan, y cuanto más grandes y mayores se hacen, más pesan. Por eso pensamos que el carro es la salvación a todos los males pero si te vas al campo no es una solución, sino más bien un estorbo. Sin embargo, el típico canguro o mochila portabebé, puede ser exactamente lo que necesitas para cualquier viaje.
El pequeño, puesto en el portabebés, no pesa tanto como parece pensar cuando lo tenemos en brazos, es más, a mí me resultaba ligera la nena a pesar de esos 9 meses de vida que ya tenía, y gracias a este accesorio pude recorrerme toda la sierra de Cazorla con ella. Mientras yo hacía rutas de senderismo, ella admiraba el paisaje respiraba aire puro y dormía.
Así pues, con la ayuda del canguro, hicimos varias rutas y visitamos Úbeda y Baeza. Lo que más nos gustó fue el Arroyo Frío. Ya nos habían hablado de él y es una maravilla. Aunque también me gustó mucho el nacimiento del Guadalquivir y el Castillo de la Yedra.
También pudimos ver ela Bóveda del río Cerezuelo, el Castillo de la Iruela y las runias de Santa María. Y todo eso con la peque a cuestas, sin problemas, y sin demasiadas complicaciones.
No obstante, hay que comprender que no es lo mismo ir sin niños que con ellos y, por eso es lógico pensar que vamos a tener que llevar una mochila solo para ellos, con biberones o papillas, con agua, con pañales, etc. Un truco, si hacéis una ruta de más de una hora, es llevaros el potito casero para el pequeño congelado. Durante el trayecto, con el sol del verano, se descongelará, y está perfecto para comer poco después. Eso sí, opta por papillas de verduras que se pueden tomar fresquitas y no pos papillas pesadas con carne. Y si eres de los que sigue a Juan Llorca y su método “Sin dientes y a bocados” mucho mejor, pues podrás llevarte cualquier alimento blando en tupper para dárselo a tu hijo cuando apriete el hambre.
Otro consejo que puedo daros es pensar con la mente fría, objetiva, como su fuera un bebé ajeno al que cuidar. ¿Por qué? Pues porque las madres tendemos a ponernos histéricas con nuestros hijos por tonterías: que si no puedo cambiarlo aquí en medio del campo, que si ha tocado esa planta de ahí y luego se ha chupado la mano, etc.
Lógicamente hay que tener cuidado con todo, desde posibles golpes de calor (hacer senderismo muy temprano o a partir de las 18:00), hasta caídas y demás peligros, pero si lo vemos desde fuera no nos pondremos tan locas como a veces nos ponemos.
Y por lo demás, disfrutad, pasadlo bien y no os quedéis en casa, no es necesario.