Porque tu mascota es en si misma la joya de tu corona, pero también, puede ser portadora de una joya. Del mismo modo que puedes llevar a tu mascota en una joya personalizada o personalizar un collar con joyas para ella. En cualquier caso, como nos aseguran los profesionales de Serrano Joyeros, la tendencia de los dueños a llevar joyas de mascotas, personalizadas con imágenes de su mascota o elementos animales, se ha convertido en una moda. Mientas que para los más extravagantes, la tendencia es decorar a sus mascotas con joyas de lujo, con diseños exclusivos y pomposidad a espuertas.
La cuestión es si es cuestionable decorar a nuestro querido y peludo animal con elementos de estas características. En principio, como amante de los animales, no creo que deba ser cuestionada la excentricidad, cada quien es libre de hacer el alarde que quiera con su mascota, siempre y cuando, ese alarde, no conlleve ningún tipo de maltrato o daño para su integridad. A fin de cuentas, a los animales les gusta llevar su collar, poco importa si es de diamantes, cuero o nylon. Para una mascota, lo esencial es satisfacer las necesidades de su dueño, si este es feliz, poco importa lo demás.
Ahora bien, si hablamos de la necesidad que pueda tener un animal de llevar joyas, entramos en otro terreno. No lo necesitan, no lo piden, ni lo consideran. Los humanos, somos tendentes a humanizarlo todo: desde un animal hasta un objeto. A muchos animales, esta humanización les viene al pelo, en tanto que, a otros, les crea un extraño estado de disociación en el cual no saben que son. Para ser más claros, hablemos directamente de los perros e incluso los gatos, animales de compañía por excelencia y mascotas por antonomasia, víctimas en primera instancia, de esta humanización desconcertante.
Las necesidades animales nada tienen que ver con las nuestras. En ningún sentido, salvo el alimentarse y respirar. Obviamente, las funciones y necesidades básicas de cualquier ser vivo son las mismas, pero cada uno en su medida y acorde a sus características propias. De hecho, los humanos, pasamos por alto nuestras necesidades básicas para convertirnos en sibaritas, seres racionales que se ignoran a sí mismo en aras de otra serie de virtudes. Por ejemplo, sustituimos la alimentación que deberíamos llevar, sana, natural y poco procesada, por alimentos procesados e inexistentes concebidos con el fin de satisfacer más bien las necesidades que persigue nuestra mente y no las de nuestro cuerpo.
De la misma manera que nos vestimos para parecer lo que no somos, pues meramente somos un cuerpo que habría que cubrir para protegerse de las inclemencias del tiempo, más que para estar guapos, guapas y elegantes o a la última. La evolución humana, ha ido dando paso a este tipo de adaptaciones y cambios que, evidentemente, están muy bien.
Para los animales, la evolución no ha sido ni de lejos, similar. Ellos permanecen fieles a sus instintos y necesidades. Jamás cocinarían sus alimentos aunque no hacen ascos a un buen guiso contraproducente para sus estomaguitos. Tampoco vestirían abrigos o gorras, ni se pondrían joyas para evidenciar su belleza ni atrapar a los humanos con su esplendor.
Las joyas de tu mascota, son tus joyas
La humanización que han sufrido y sufren nuestras queridas mascotas es en muchos casos, algo inevitable que surge de la propia interactuación entre humanos y perros o gatos. La adaptación mutua, conlleva ese riesgo implícito de aperrarse o humanizarse. Yo soy de la opinión que mejor ser un poco perra junto a mi can, que hacer que mi perro sea humano.
Es por esta razón por la que cuando ponemos ciertos abalorios o accesorios a nuestros peludos y queridos, adorados en muchos casos, amigos, nos las ponemos a nosotros mismos. Creer que nuestro perro quiere una joya de diseño, es creer demasiado, un acto de fe inmenso, puesto que al can, lo más probable es que no le haga ni una pizca de gracia llevar ciertos artilugios en su cuello, cabeza, orejas o donde se le ocurra colocárselo a su dueño. Pero consienten, al final ceden y se dejan llevar.
Son cada vez más los propietarios de mascotas que optan por adquirir collares con abalorios, piedras incrustadas, acabados en metales preciosos… preciosos sin duda, algo inapropiados también. Aunque no existe mal en este hecho, esa es la realidad. No hay perro o gato que vaya a verse maltratado por lucir en su cuello una bonita gargantilla. En el peor de los casos, si le molesta, tratará de quitárselo.
Sin embargo, algo que, si me ha llamado la atención y me parece un tanto aberrante, es perros con pendientes en sus orejas. Pendientes de agujero. Esto es rizar el rizo y rozar más allá de la extravagancia la absurdez más profunda. ¿Por qué taladrar las orejas de un peludo? Con lo que ha costado hacer ilegal el corte del rabo y las orejas, ahora llegan algunos y algunas y deciden, perforar las orejas de su amada mascota para ponerle unos pendientes.
Tampoco vamos a echarnos las manos a la cabeza y rasgarnos las vestiduras, pues hacer los agujeros no es una tortura en sí. Pero no es correcto ni adecuado. Mas todavía cuando, como decía, costo mucho erradicar e ilegalizar la tendencia a cortar las orejas y el rabo de muchas razas, pese a que originalmente, dichas mutilaciones se hacían para protegerlos. Aunque suene contradictorio, si los animales no tenían orejas ni rabo, podían librarse de agresiones por parte de otros animales o humanos (que somos más neandertales que las bestias) que recurrían a tirar del rabo o enganchar de las orejas. Como fuere, eso era en otro tiempo, quedó obsoleto y por suerte, hoy en día no es necesario, pero si condenable, hacerlo.
Otra cosa que me ha llamado la atención dentro de la joyería para mascotas, es la maestría de alguna diseñadora para crear un collar elegante, sofisticado y a la vez, funcional. Como bien dice ella misma, no dudamos en colocar a nuestro can un horrible collar anti parásitos, cuya no toxicidad es dudosa. ¿Por qué no recurrir a un collar elegante, de diseño y funcional, cuyas propiedades puedan hacer posible que esos bichos indeseables, se alejen? Pues bien, un collar elaborado con ámbar, es la solución ideal para amantes de las joyas y de su mascota. Adornar el cuello de tu can, con un collar de este tipo, puede ser todo un acierto, dado que, el propio roce de las piedras con la piel del animal, genera las sustancias propias del ámbar, como repelente parasitario.
Como podemos comprobar, hay joyas que también, son útiles.
Más que ponerle joyas, hazle sentir como si lo fuera
Un animal no puede decidir por si mismo. No tiene esa capacidad, ni se le permite, a decir verdad. Si pudieran decidir, seguramente no llevarían ni el collar. Sin embargo, debido a los miles de años de domesticación en los que el perro se ha convertido en el mejor amigo del hombre, afianzando un puesto que difícilmente puede usurparse, los canes han hecho propias ciertas conductas.
La fidelidad y la confianza que ofrece un perro, la que deposita en su dueño, es tal que no tiene comparación posible, ni siquiera entre humanos. Hay casos de perros que, al quitarles su collar, se sienten diferentes, raros diría yo. Otros, se quedan inmóviles ante este hecho, como si les quitaras parte de su personalidad hasta que reaccionan o se lo vuelves a colocar.
Son muchas las mascotas que visten trajes para satisfacer a sus dueños y les gusta. No se sienten extraños con una chaqueta, jersey, bufanda o incluso, pantalones o falda. Es increíble su capacidad de adaptación.
A un can, con tal de hacer feliz a su dueño, le vale todo. Vestirse, sentarse, tumbarse, comer comida que en realidad no comerían nunca jamás en su vida (hablo del pienso, sí) … e incluso llevar una joya. Aunque a buen seguro que, le gustaría más que la joya, la llevaras tu con su cara. Sin duda, esta parte de la joyería de mascotas, es más aceptable.
En cualquier caso, a los amantes de los perros, los gatos o cualquier animal, porque todos tienen algo especial, lo que más les gusta es agasajarlos. Para muchos esa adulación pasa por darles cosas materiales que satisfacen más su propia necesidad que otra cosa. Pero no es cuestionable, muchos no lo haríamos, ni siquiera lo vemos bien o adecuado y no por que se trate de un perro, en el sentido peyorativo como puede sugerirse. Es que realmente, el animal no lo necesita, como otras muchas cosas. Somos nosotros quienes definimos su conducta para adaptarla a nuestro gusto y no al revés.
Por lo tanto, para los amantes de los perros (o cualquier animal), si de verdad quieres a tu mascota, deja que sea lo que realmente es: un perro, o un gato, o una liebre. No reprimas sus instintos, no condiciones su comportamiento limitándole en aspectos básicos como olisquear, ladrar en según que momentos o hacer alguna trastada perruna. Haz que se sienta tu joya más preciada, ese diamante al que admiras, solo por ser diamante y no le adornas con nada más.