La obesidad infantil se trata de un enfermedad a nivel mundial. En 2016, alrededor de 41 millones de niños menores de cinco años padecían esta enfermedad en el mundo.
Los niños que sufren obesidad es más probable que también sufran diabetes o problemas del corazón al convertirse en adultos. Es una enfermedad que se puede prevenir.
“Con el confinamiento el 90% de los niños ha aumentado de peso -incluso los que no tienen problemas- y hemos notado que nos derivan más pacientes por obesidad infantil, y llegan con una obesidad importante o alguna patología asociada ya a los ocho años, y eso significa que empezamos a ver casos de acumulación de grasa en el hígado, de hipertensión y colesterol ya en la adolescencia, y eso antes apenas se veía”, informa Sandra Ortigosa, endocrina infantil en el Hospital del Mar de Barcelona.
“Es un tema de cronología en el tiempo; el inicio de estas patologías se va adelantando, se ven en personas jóvenes, y la hipertensión y la diabetes tipo 2 acortan la duración de la vida y empeoran la calidad de los años vividos, así que si se manifiestan antes reducen la esperanza de vida y suponen una mayor carga de enfermedades asociadas”, explica José Manuel Moreno Villares, coordinador del comité de Nutrición y Lactancia de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Los expertos explican que hay el doble de prevalencia de sobrepeso y obesidad, en los niños de clase económicamente desfavorecida. Ya que es más barato comprar un zumo, unas patatas o algo precocinado que frutas y verduras.
Villares afirma que “hay un trabajo científico importante que demuestra que, a pesar de tener obesidad a los siete años, si antes de los 13 se ha resuelto el problema, desaparece el riesgo de que esa persona desarrolle diabetes en su etapa de adulto joven”.
A continuación, te explicamos los mejores consejos para evitar la obesidad infantil.
Alimentos saludables
Es aconsejable aumentar el consumo de alimentos saludables como incluir frutas, verduras, patatas, yuca, arroz, pasta, etc. Es importante evitar el consumo excesivo de dulces, gaseosas, alimentos de paquete y fritos.
Promover la actividad física
Los niños deben hacer deporte, ya que la actividad física mejora la concentración, el rendimiento académico, refuerza el sistema inmunológico y evita la obesidad infantil.
Chequeos médicos
Desde Centro UNO, expertos en asesoramiento nutricional en niños, explican que es importante monitorear la salud de los niños, para descartar un posible problema hormonal, como el hipotiroidismo.
Beber mucha agua
El niño debe beber dos litros diarios de agua y evitar bebidas gaseosas.
Productos integrales
Los niños también pueden comer productos integrales como la pasta, el arroz o los cereales. Tienen hidratos de carbono y aportan mucha energía.
Hacer la compra en familia
Si el pequeño se implica en la compra, aprenderá a llevar una dieta sana.
Cocinar
Muchos estudios han comprobado que los niños que preparan su propia comida consumen más cantidad de verduras que aquellos que no cocinan.
Los niños que comparten rutinas culinarias con sus padres, comen casi un 80% más de verduras, un 30% más de pollo y consumen una tercera parte de calorías.
Evitar la televisión y los videojuegos
Es fundamental evitar las pantallas. Lo mejor es jugar al aire libre con la pelota o la bicicleta. «La OMS recomienda que el uso de pantallas no supere los 120 minutos diarios, pero los niños españoles pasan 198 minutos entre semana y 294 minutos los fines de semana, lo que representa un incremento respecto a los datos de 2019», informan desde La Vanguardia.
Cuidado con la comida basura
Intenta evitar que el menor pruebe menús con exceso de sal o comida basura.
Un capricho de vez en cuando
En cumpleaños o fiestas, no pasa nada si le das a tu hijo algún capricho, como un trozo de tarta o un donut. ¡Es mejor los dulces caseros!
Es mucho más saludable consumir dulces artesanos, que comer bollería industrial que puedes encontrar envuelta en un plástico. Además, los dulces elaborados en una pastelería artesanal son más saludables, naturales y deliciosos.
Son de alta calidad y no contienen aditivos ni conservantes. Incluso, son menos calóricos que los industriales. Una porción de un dulce artesano puede aportar unas 200 calorías, sin embargo, un dulce industrial puede contener unas 400 o más calorías.
Muchos estudios confirman que el consumo de bollería industrial es perjudicial para la salud. Debes saber que genera adicción, ya que su poder aditivo se debe a la combinación de grasas y azúcares que contiene.
Los azúcares reducen el estrés en el organismo al disminuir los niveles de cortisol en sangre. Por lo que, si estás estresado y recurres a la bollería, te puedes volver dependiente.
Los dulces y pasteles pueden ser consumidos, pero siempre con moderación y realizando actividad física.