Las sorpresas, sobre todo las de cumpleaños, suelen ser los regalos por excelencia para pequeños y no tan pequeños desde tiempos inmemoriales, y es que por muy bueno que pueda ser un obsequio material, no se compara con orquestar un momento especial que el homenajeado no imagine y ver su cara de asombro y deleite al descubrirlo. De hecho, esos cumpleaños en los que creemos que nadie recordó nuestro día especial y llegaremos a la soledad de casa solo para dormir hasta el siguiente, y por el contrario, encontramos a nuestros seres más queridos con torta y sonrisa dándonos la bienvenida en casa en una fiesta sorpresa, son, sin duda, los que más atesoramos en nuestra memoria.