Los niños son, junto con los ancianos, el grupo de población que más susceptible es de padecer una enfermedad o tener algún problema de salud. Sus defensas para hacer frente a dichos problemas son más reducidas que el resto de sus coetáneos y eso conlleva la necesidad de protegerlos de un modo mucho más intenso que a cualquier otra persona. De este modo, los padres pueden quedarse más tranquilos y confiar en que nada puede estropear la infancia de sus descendientes.
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